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Mostrando las entradas de enero, 2025

EL SEÑOR DE TRAJE AZUL

    Era un tipo contundentemente silencioso, al que nunca se le conoció familia, y del que sólo se sabía que ocupaba un apartamento en la planta baja del boque 45. Se le veía de lunes a lunes, a las 6:30 de la mañana, embutido en invariable traje azul, y lavado en el agua lustral de Vetiver de Guerlain . A esa hora escrupulosa, bajaba hacia la avenida, y luego subía puntual a las seis de la tarde, mucho más lentamente y con los ojos encendidos en el resplandor de sus pensamientos. Nunca alternaba con nadie. Así que toda información sobre su vida se componía de sospechas y especulaciones: que trabajaba en un organismo de seguridad del estado, que era profesor universitario, que a su mujer y a su hija los perdió en un accidente, y hasta que era gay y su novio lo visitaba al amparo de las madrugadas. Lo cierto es que todas esas conjeturas encontraron un punto de inflexión el domingo soleado en que apareció tirado en la acera, yerto y con el aire triste de los muertos de nadie. El...

EL NIÑO Y LA MUERTE

   A mí de niño la muerte no me impresionaba. De hecho, me gustaba ir a los funerales. Me parecían eventos muy amables y entretenidos, y no sólo porque ofrecían chocolate, galletas y caldo de pollo. Yo los veía también como fiestas de reencuentro y de perdón, en donde el difunto fungía silenciosamente de anfitrión y buen oficiante, para que se reprodujeran los abrazos del cariño renacido, y las antiguas ofensas quedaran sepultadas con la mediación de la muerte. La más memorable de esas exequias, por dos situaciones que ocurrieron en la misma, fue la del papá de una familia a la que, por ser todos bajitos, llamaban los Chipilines. Al final del velatorio, que se celebró en un apartamento, metieron el ataúd en el ascensor (en posición vertical) y, tras recibirlo en el primer piso, todos acompañamos al señor Chipilín en su viaje al cementerio. Una vez allá, la señora Chipilina quiso que le destaparan la portezuela superior del féretro para ver por última vez a su esposo. Entonces ...

MONSIEUR LOCUÁ

    De él se supo que fue militante de izquierda, que se tituló en Filosofía, y que estuvo a horas de casarse con Margarita Rueda, la adinerada condiscípula con la que compartió por primera y última vez el desorden lírico de los instintos. Algo le ocurrió que, de un día para otro, lo encadenó para siempre en la obsesión del materialismo histórico. Empezó a hablar solo, a caminar sin tregua, y a repetir hasta el desmayo el análisis dialéctico del mundo (lo único que escapaba a su escrutinio eran los perros, porque ni Marx ni nadie pudo nunca descifrar la hostilidad atávica de los perros con los locos). Entonces se asoció con Comiquita, un bobo de nadie que practicaba la habilidad prodigiosa de amansar a los cuzcos más feroces. Fue el inicio de una “alianza estratégica”, según la cual el loco conseguía alimentación para los dos y el bobo libraba a éste de sus acosadores ancestrales. En realidad, Monsieur guardaba en mientes un objetivo crucial: la mansión del barrio rico, cuyos ...

LA DOCTORCITA

   En la Sala de Cuarentena de aquella clínica, el cuerpo médico era un acervo de especialistas en recetar nuevas penalidades a los pacientes, de suyo agobiados por la incertidumbre de su salud. Ocultos en la aprensión de sus guantes, máscaras y tapabocas (para mantenerse a salvo del extraño mal pandémico que estaban atendiendo), los doctores censuraban las quejas de los adoloridos, y lastimaban con la brutal sinceridad de su escepticismo a los que preguntaban por su salvación. Menos La doctorcita. Ella era un remanso de dulzura y condescendencia. Siempre escuchaba, siempre prometía la vida, y jamás tenía reparos en prodigar el contacto físico de su cariño. Lo que sí notaban todos, es que lo hacía sin ninguna de las protecciones que normalmente usaban los otros doctores. Cuando el jefe de la sala (el más áspero de todo el equipo) escuchó sobre la joven internista que aliviaba con abrazos y besos en la frente a los hospitalizados, recordó sin querer el caso que le contaron de u...

NORMALITA

    El comisario Raúl Gastón padece la amargura de una culpa inexcusable. Se llama Angélica, y es la niña que le compró a una enfermera para satisfacer los deseos de maternidad de la dama infértil con la que se casó. Desde entonces lo acompaña una mala suerte proverbial que comenzó cuando la esposa se le fue y lo dejó con la bebé. Pero, como siempre hay un roto para un descosido, otra fémina viene en su auxilio: Norma Linares Talavera, (Normalita para los amigos), una arrebatada periodista de la radio, que le salvó la vida a la pequeña, cuando estrelló su carro contra el bus que la iba a atropellar. Raúl se deslumbra al saber que este ángel alocado es el ancla de “Lo justo y lo correcto”, espacio de éxito en el que Normalita defiende los derechos femeninos desde una óptica muy particular. “Mi esposo me azota con su cinturón, ¿qué hago?”, le preguntan, y su respuesta es pronta: “Lo justo es que usted le meta el cinturón por el trasero, pero lo correcto es que lo denuncie con lo...

LA NIÑA CANDELA

   En el Colegio San José todos hablan de la Niña Candela, de su cuerpo perfecto, del rostro siempre oculto bajo el cabello de lluvia, y de la saña con que simula el coito y se relame en el orgasmo. Los varones la sueñan con urgencia. Las hembras crepitan de envidia. Lo que nadie sabe es que esa youtuber, responsable de la erección que azota a la ciudad, se enmascara en la figura de Santa Isabel, una descolorida estudiante de Administración de Empresas, que todos los días inserta mensajes cristianos en el grupo Whatsapp de su curso, al tiempo en que alimenta el disfrute clandestino de una lujuria impenitente. Su doble vida transcurre sin sobresaltos hasta que conoce a Alexis. En él todo es angustiosamente bello: su rostro de sultán melancólico, la virilidad de su silencio. Pero lo que la mata es su indiferencia con las mujeres. Lo último que quiere pensar es que sea gay: no hay gestos quebradizos en Alexis, ni vuelos oblicuos en su voz. Un día ella lo aborda en un salón vacío....

VARÓN PARA QUERERTE

   Al frente de su tiendita playera, Atanasio desborda simpatía con las damas que escogen un vestido de baño o un bronceador. Luego, frente a sus amigos presume de las aventuras que, a sus 55 años, “inevitablemente” tiene, por cuenta de una virilidad desconcertante hasta para sí mismo. Pero, apenas cierra el negocio, se desvela su autoestima abolida por la mujer con la que se casó hace dos décadas: Lucrecia, la verdadera dueña del establecimiento, un ser malvado y lúgubre, que no pierde ocasión de echarle en cara su condición de mantenido. Atanasio la escucha y se pregunta: “¿por qué no me he ido con una mujer de verdad, y a vivir una vida de verdad?” Y muy pronto concluye: no se ha ido porque no tiene un ladrillo en que sentarse. Así que sus días comienzan con el tipo ocurrente y expansivo de la tienda, y terminan con el viejo triste, sometido por la esposa, y encarcelado en su propia desidia. En ese vaivén lo sorprende una revelación. Se llama Paloma, una muchacha de 25, que...

LECHUGA

    Lechuga no se molesta porque lo llamen así. Que te caractericen por estar siempre fresco, sin mácula de agotamiento o esfuerzo, no tiene por qué ofender a nadie. Y él tampoco pierde el tiempo desentrañando ironías. Con respecto a su fracaso en la secundaria (en la que sumó ocho años infructuosos), él ha resuelto el asunto con una frase despectiva: “estudiando cualquiera pasa”. Su mamá, luego de muchos días oscilando entre el consejo y el reproche, ha llegado a la conclusión de que será mesero de algún corrientazo: “porque es que yo le hablo y él no me para bolas”, explica la señora. Ciertamente Lechuga ha desarrollado una estupenda habilidad para ser impermeable a toda cantaleta. Él interpreta los sermones de su madre como otra expresión del silencio, y mientras ella enronquece de desesperación, él disfruta la paz de quien contempla un crepúsculo de abril en lontananza. Sólo que ya la doña llegó al límite: “Se me va”, le dice, mostrándole la puerta. “Y cuando me demuestre ...

EL PRIMER LLANTO DE CHUCHÚ

    En tanto tiempo como llevaba Juanita trabajando de comadrona, jamás había visto un bebé que no llorara con la nalgada inicial. Pues a éste tampoco lo vio llorar cuando la fiebre del sarampión lo escaldaba, ni cuando se fracturó un brazo al chocar su bicicleta…y ni siquiera cuando -contando apenas 7 años- murieron prematuramente sus padres y ella debió hacerse cargo de él. Así empezó la leyenda de Chuchú, el que no lloraba. Parecía un ser acorazado contra las penas de la vida, y eso lo interpretó ella como una señal de que había nacido para algo importante. “Ése va a ser doctor”, le repetía con anticipada inmodestia a todo el que le hablara del muchacho. De modo que, confiando en su presagio, Juanita entregó mucho más de lo que tenía para que ocurriera el milagro de un médico emergido de la pobreza extrema. Chuchú se recibió como cirujano y además mereció becas que lo llevaron al extranjero a especializarse. Cuando regresó, lo primero que hizo fue instalar un consultorio en...

EN BLANCO Y NEGRO

    Removiendo un capuchino en la cafetería del British Hospital, y con sus ojos azules anegados de inquina, Patty Taylor no entiende cómo llegó a esta situación. A Rebeca Vaisberg, unigénita de una prominente fortuna judía, la preparan para hacerle cesárea. La propia Patty tuvo que traerla, porque su hijo Donald no atendió una sola de sus diez llamadas. Los padres de Rebeca ahora van de camino al hospital, agobiados por la afrenta que les infligió el mozo irreverente. Hace ocho meses, con pleno conocimiento de la preñez de Rebeca, Donald rompió el noviazgo para embarazar y casarse con Matilde López, mulata y caribeña, y ahora Rebeca está pariendo sola, mientras el autor del desaguisado dice ser feliz con una jornalera. Cuando Donald se aparece, Patty cree que viene a dar la cara por el hijo de Rebeca. Se equivoca. Vino porque su esposa Matilde también está por dar a luz y él quiere que lo haga en el mejor hospital de la ciudad. Minutos más tarde, Patty tiene la quijada en el ...

TU FELICIDAD ME PERTENECE

    Desde un rincón apartado en el jardín, Carlota ve desenvolverse la fiesta familiar por el compromiso de su hermana Marifé, y trata de entender: ella no es mala, el problema es que Marifé es perfecta. Y bella, ofensivamente bella. Carlota recuerda que el único novio que ha tenido fue Raúl, con quien perdió la virginidad para no verlo más, y Fernando, que la espantó al confesarle que se dedicaba al sicariato. Marifé la hace aterrizar con un abrazo: no se veían desde que Carlota se fue a trabajar a otra ciudad. Y le confiesa en secreto que en realidad la embarazó un muchacho de buena familia, y por eso habrá boda a las volandas. Entonces Marifé le presenta a su prometido y el golpe es letal. Es el mismo Raúl que la desfloró. En un descuido de Marifé, Raúl le platica a Carlota: lo de ellos sólo fue una aventura, él luego conoció a Marifé, se enamoraron, no sabía que era su hermana, “esas cosas pasan”. Pero Carlota es más directa: “me poseíste como a una prostituta, y luego te ...

PRÓSPERO Y FORTUNATO

(A propósito del desastre natural que dejó un número todavía indeterminado de muertes, en el estado Vargas, Venezuela, en diciembre de 1999)     Los conocí en La Guaira, un mediodía del año 99, justo a la hora de más calor. Y aun así vestían camisa manga larga metida por dentro del pantalón, porque, según decía Fortunato, y Próspero suscribía, “nada debe dar motivo para que se pierda la decencia”. Hombres de una urbanidad impecable, que sólo fracasaba en el sucio de la ropa y de los pies, escapados por entre los zapatos rotos. No eran hermanos, pero era evidente que nacieron para andar juntos y quererse. Egresaron de las mismas aceras, tomaron desde niños el mismo ron que los precipitó a una vejez absurda y engañosa. Recogían basura, botaban escombros, eran especialistas en trabajos indeseables, que cumplían en equipo con asombrosa eficiencia. Hasta que el amor llegó a sabotearles la concordia. Se llamaba Emilia. Fortunato, que la amó primero, me mostró una foto probatoria de ...

PIPE Y GANZÚA

    Pipe no tenía a más nadie que a su padre, Jairo, y con él se fue a la capital para disfrutar del 3 a 0 que Nacional de Medellín le encajó a Santa Fe. Pero su alegría colapsó cuando Jairo se fue al baño y no volvió. Nadie reparó en su espanto de niño perdido, hasta que una mano sucia vino a rescatarlo. Era Ganzúa, un gamín que se hizo cargo de su pena. “¿Dónde vives?”, le preguntó. “En Remedios, Antioquia”, respondió Pipe. “Tas jodido, parcero, tocará que tu papá te busque a ti”, agregó Ganzúa. No fueron a la policía porque Ganzúa no es de los que creen en la ayuda policial. Así que, luego de varios días y llamadas sin respuesta, le hizo ver que su papá ya no lo iba a encontrar, y lo invitó a engullirse la ciudad junto con él, que era un teso de las calles. Y, así, sin darse cuenta, vivieron 2 años dando tumbos por los intestinos de Bogotá, para que Pipe conociera la leyenda de Ganzúa, y de su inseparable “Cocoloco”, un estilete de usos múltiples que le permitía abrir cerra...

RÓMULO GALLEGOS Y EL MELODRAMA ACTUAL

    En 1937, Rómulo Gallegos publica su novela Pobre negro , que pronto cobra gran notoriedad, y once años más tarde, se exilia en Cuba, justo cuando la cadena radial RHC vuelve trizas a CMQ, su competidora más importante, con el seriado Doña Bárbara, que, en la pluma de Caridad Bravo Adams, es versión de la otra gran novela de Gallegos. En una jugada intrépida, CMQ ofrece una cantidad astronómica de dinero a la actriz María Valero, y la sustrae del elenco de Doña Bárbara, para que protagonice El derecho de nacer , de Félix B. Caignet, quien, a su vez, reproduce en su historia el argumento de Pobre negro . El resultado es conocido: CMQ acabó con la supremacía de RHC, y se entronizó como la cadena más exitosa de la radiodifusión cubana, por medio del texto de Caignet, que, incluso superando la muerte trágica de María Valero a mitad de producción, se convirtió en el nombre emblemático del melodrama latinoamericano.

MÉTODOS DE LA LLUVIA (POEMARIO DE LEONARDO PADRÓN)

    La lluvia (quién lo niega) se origina en la melancolía, y sus métodos, por lo mismo, se ciñen al suspiro. Así que ya hay un mapa de la tierra a donde vamos. La pregunta indecisa, el anhelo inclemente, el albur como forma adecuada de iniciar una aventura: eso nos espera. Nos aguarda el extravío de un hombre al que veremos cayendo, pertinaz, sobre su herida. Y así empieza la lluvia a convertirse en cauce. (Este libro es un río que va cantando de piedra en piedra, un entrevero de eufonías y silencios, de remansos y estallidos, que determinan su voz con propiedad). Hace su música el poeta, y entonces huye hacia adelante, untándose sin miedo de infortunios, y nos redime del mundo con su laceración. Por eso, la ironía filosa que tiñe de angustia la reflexión sobre sí mismo, y, más aún, sobre su oficio. La ciudad vuelve a crecer en la palabra, transcurre como historia, como verdad ineludible, y a la par de ella, viene la mujer (este libro va dedicado a una mujer) que irrumpe para...

NO VOY A PEDIRLE A NADIE QUE ME CREA

   Este film , que en realidad debió llamarse "No voy a pedirle a nadie que me entienda", está disponible en Netflix y es de la autoría del director mexicano Fernando Frías. Ni en lo personal ni en lo profesional tengo nada en contra de ese señor. Mi queja está dirigida más bien al cuento críptico, a la fabulación impenetrable en la que la industria audiovisual invierte un dinero que debería más bien favorecer a los storytellers cuya intención es amigable con el público al que intentan seducir. Con la excepción del estupendo trabajo del elenco (destaca el siempre solvente Alexis Ayala), esta pieza propone una mixtura de drama, comedia y thriller, en la que ninguno de los tres elementos queda para el disfrute del espectador, por causa de una narrativa delirante y con acentos intelectualistas completamente prescindibles. El autor se empeña en esconder la historia que nos cuenta, probablemente con la intención de que sea el espectador quien se enfrasque en la dispendiosa maniob...

EL SECRETO DEL RÍO

Me emociona tremendamente comentar sobre la primera obra fílmica del escritor venezolano Alberto Barrera en la plataforma Netflix. El secreto del río transcurre sosegadamente en medio de un discurso reflexivo, que apela, antes a la ternura que al efecto trepidante, y que, aun así, con el apoyo de un excelente casting y un guion brillante, nos logra enganchar en una temática muy pertinente en nuestros días y expresada en la forma de un tratamiento sensato y apropiado. Conocí a Alberto hace muchos años, cuando inicié mi carrera en la televisión, y siempre he sentido un alto respeto por su trabajo, no sólo televisivo, sino, además, en los terrenos de la poesía y la opinión periodística. Pero, igual, si no lo conociera, el orgullo que siento por su talento quedaría intacto, en razón de la finura y la profundidad de productos como éste. Es una hermosa diadema en la pantalla. Bravo por ti, Alberto.

LA SOCIEDAD DE LA NIEVE

    Cuando empecé a ver este nuevo relato fílmico de la tragedia de los Andes de 1972, me pregunté: "¿Y esta versión qué traerá de nuevo?". La respuesta es evidente. Sin desestimar el trabajo del director ni la estupenda desenvoltura del elenco, la diferencia, lo que hace grande a esta obra, es el texto. Acá es cuando uno advierte que una cosa es escribir un guion, y otra, mucho más importante, es valerse de la palabra, de su hondura, y de sus inmensas posibilidades de significación (a esto también se le llama poesía), para llegar lejos, y para que la historia que cabalga en las imágenes nos quede resonando y se convierta en arte. Toca recomendarla ampliamente.

LA VEGETARIANA

    Gracias a un buen amigo, llegó a mis manos un ejemplar de la novela La vegetariana , escrita por Han Kang, quien fue recientemente distinguida con el Premio Nobel de Literatura. Como era de esperarse, esta obra marca un punto importante de la expresión literaria del siglo 21. Lo que ocurre es que, cuando provenimos de una realidad monumental como lo es la literatura española e hispanoamericana, tendemos quizás a olvidar que el mundo sigue latiendo en un montón de insospechadas maneras en medio de las cuales el ser humano ejecuta y relata su paso sobre la tierra. Es el caso de La vegetariana, una novela en la que la autora, nos muestra un universo que persiste, feroz y punzocortante, tras la seguridad aparente con que transcurre la vida en un país altamente desarrollado como Corea del Sur. Han Kang nos señala, en los términos de una refinada metáfora, a esa, su sociedad, que desdibuja en lentas transiciones los conceptos de la locura y la sensatez, hasta abrir el desolado y...

CIEN AÑOS DE SOLEDAD EN NETFLIX

    Hace algunos días terminé de ver en Netflix la serie Cien años de soledad , y expreso con cautela mi valoración de la misma. En realidad, me atormenta ser uno de los hinchas más acalorados y obsesivos de la novela, y dificulto que haya algo, en el terreno literario o en el fílmico, que me cautive más que ella. Es obvio que no se debe juzgar un producto cinematográfico con los parámetros de la crítica literaria. Sin embargo, como quiera que la serie se refiere al libro (y se llama igual), es inevitable pensar en éste cuando se justiprecia aquélla. De manera que, pido disculpas, pero yo esperaba que la adaptación me sorprendiera tanto como el texto. Y no fue así. Decía Víctor Valera Mora: "...la novela camina más rápido que la poesía, pero no llega tan lejos". Y ese es precisamente el detalle de García Márquez que complica su traducción a la pantalla. Podría decirse que la novela está narrada en poesía, y la poesía es tramposa: erige el placer estético por encima de cualqui...

SIMÓN DÍAZ Y YO

    Conocí a Simón Díaz hace mucho tiempo, en mi infancia, porque él era tío de mis grandes amigos William y Rubén Avellaneda Díaz. Eso no lo recordó él (no tenía por qué) cuando, siendo yo escritor del canal de televisión RCTV, me lo encontré en la esquina de un estudio, sentado en una butaquita, esperando seguramente su turno para grabar quién sabe qué. Me llamó la atención que estuviera allí, por supuesto, por voluntad propia, en vez de en la dignidad de un camerino o una sala VIP. También me sorprendió que se estuviera comiendo un mango, así, con las manos, de lo más cotidiano. Al verlo no se me ocurrió más que una pregunta anodina: “¿Y entonces? ¿Comiéndose un manguito?", dije yo, a lo que él sólo respondió: “¡Sabroso!". Simón tampoco recordó en ese momento (y no tenía por qué) otro encuentro que tuve con él, años atrás, cuando yo era redactor creativo de una agencia de publicidad, y, tras terminar la filmación de un comercial, falló la logística y no había quien lo llev...

LA LINGÜÍSTICA EN LA MATA

    La Zona Rural de El Hatillo, en Caracas, representa una identidad cultural encantadora, aunque contradictoria. Yo, que tengo grandes afectos entre los naturales de La Mata, Gavilán, Turgua y Sabaneta, puedo dar fe de un gentilicio que se toma muy en serio el deseo de verse y sentirse cada vez más ilustrado. Sólo que estos enclaves humanos se han visto, por una razón difícil de entender, históricamente agobiados de lejanía y quizá es por eso por lo que resuelven en caliente los problemas del lenguaje sin la intervención de la cátedra ni de los paradigmas gramaticales. Es lo que ocurre con algunos buenos amigos que moran en La Mata, quienes tratan de resolver a su manera lo que ellos consideran una incongruencia de la declinación verbal del idioma español. Hablamos de los verbos de la primera conjugación (los que terminan en "ar"), que hacen idénticamente la primera persona del plural así en el presente como en el pretérito de indicativo. Por ejemplo: "ayer nosotros ll...

ASIMILACIÓN CONSONÁNTICA: DE CARTAGENA PARA EL MUNDO

    Ser cartagenero es algo inocultable. Con oír apenas una palabra, ya cualquiera está en capacidad de identificar a un nativo de esa latitud. Y la razón es la música que nace inevitablemente en su fonética. Uno de los rasgos más evidentes del español hablado por la gente de allí es la asimilación consonántica regresiva, que se manifiesta cuando en una palabra hay dos consonantes juntas y la que va de última "se come" literalmente a la anterior. Es el caso de voces como "fortuna" o "albino", que en estricto cartagenero debe decirse "fottuna" y "abbino". Pues, resulta que una vez hablaba con un amigo de allá al cual yo le señalaba ese fenómeno de su pronunciación, y él me replicó: "no, vale mía, esos son aggunos". Luego de una larga explicación, mi amigo terminó por admitir que sí, que así es el habla de Cartagena. Pero él practicó, y practicó y practicó, hasta que pudo desarrollar frente a mí una conversación completa con otr...

LOS NIÑOS Y EL DARIÉN

   Ninguna persona que aspire a la sensatez sería capaz de negar el drama monumental que jadea detrás de la crisis migratoria en América Latina. Porque el que migra normalmente escapa: del hambre, de la cárcel, de la desesperanza, y eso es lo que nos tiene a millones de haitianos, cubanos y venezolanos desperdigados por el planeta, con un pie afianzado en las lágrimas y el otro suspendido en la incertidumbre, buscando una tierra que no sólo sabemos que nadie nos ha prometido, sino que, además, barruntamos que nos negarán, o que nos cobrarán muchas veces al desaforado precio del abuso. Hasta ahí, digamos que todo es “aceptable”. Pero entonces el asunto llega a desproporcionarse y hay que encender las alarmas. Leí recientemente sobre una mujer que se aventuró a cruzar El Darién y cayó en la cuenta de su error sólo cuando tuvo que presenciar el suicidio de una pareja de haitianos cuyo hijo pequeño acababa de despedazarse en el resbaladero de uno de los abismos que hay en el lugar...

ISRAEL Y PALESTINA

    No hace falta escudriñar el pasado ni remover honduras para entender que ambas naciones, Israel y Palestina, con sus comidas, sus bailes y sus credos, tienen el derecho y el deber de la existencia. Tampoco hay que ser un genio para advertir que, si no ha sido así, no es por culpa de los pueblos ni de sus dioses, sino de los agitadores de pasiones que de cuando en cuando se consagran como sus líderes. No es necesario ir a la fuente original para constatar que, efectivamente, el más alto propósito de varios actores del conflicto es la destrucción de Israel y el asesinato de todos los judíos. Ellos mismos lo dicen, y, por si hubiera dudas, son capaces de atacar por sorpresa a cientos de adolescentes que cantaban por la paz y cazarlos como a ratas, de quemar casas con las familias adentro, y de prometer una degollina cuyos detalles atroces serían grabados y expuestos en primicia frente a los ojos del mundo. Estos hechos demuestran que, más allá de toda contienda, ahora hablamo...

LA RIDICULEZ DE LA “RESISTENCIA INDÍGENA”

    Es claro como el agua que la izquierda latinoamericana apela a la estulticia y al resentimiento para hacerse popular y reclutar incautos. Y eso lo constatamos cada año, cada 12 de octubre, al escuchar el invariable mensaje de los gobiernos populistas de nuestro continente: nosotros éramos felices hasta que vinieron los pérfidos españoles a sabotearnos la dicha y a sojuzgarnos. Si esa inquina bobalicona tuviera sentido, entonces la civilización del hierro debió pedirle perdón a la del bronce, y ésta a la de piedra; los mexicas deberían avergonzarse frente a los más de 360 pueblos a los que sometieron; los incas disculparse con los huancas, tarmas o cajamarcas, de cuyos territorios se apoderaron a sangre y a cuchillo, y el Imperio Romano, por supuesto, no debería recordarse por el inmenso legado cultural del que hoy disfrutamos en Occidente, sino que debería mirarse como un asunto deplorable que acabó con la alegría de los celtas, de los iberos o de los germanos. Ubiquémonos...