MÉTODOS DE LA LLUVIA (POEMARIO DE LEONARDO PADRÓN)

    La lluvia (quién lo niega) se origina en la melancolía, y sus métodos, por lo mismo, se ciñen al suspiro. Así que ya hay un mapa de la tierra a donde vamos. La pregunta indecisa, el anhelo inclemente, el albur como forma adecuada de iniciar una aventura: eso nos espera. Nos aguarda el extravío de un hombre al que veremos cayendo, pertinaz, sobre su herida. Y así empieza la lluvia a convertirse en cauce. (Este libro es un río que va cantando de piedra en piedra, un entrevero de eufonías y silencios, de remansos y estallidos, que determinan su voz con propiedad). Hace su música el poeta, y entonces huye hacia adelante, untándose sin miedo de infortunios, y nos redime del mundo con su laceración. Por eso, la ironía filosa que tiñe de angustia la reflexión sobre sí mismo, y, más aún, sobre su oficio. La ciudad vuelve a crecer en la palabra, transcurre como historia, como verdad ineludible, y a la par de ella, viene la mujer (este libro va dedicado a una mujer) que irrumpe para hacerse invencible, como el único refugio, como la única tierra prometida. De esta forma, el poeta perpetra su venganza (en abierta retaliación) contra la incertidumbre. Le tiende una emboscada y la convierte en luz, dejándonos al cabo varias cruciales evidencias: nadie sale indemne de la poesía, ella es una licencia de exclusividad para ejercer la nostalgia, un contrato de amor irrevocable y leonino, que pide más de lo que da, pero, ante todo, la poesía (esta poesía) es una hazaña, es el viaje del héroe, que vuelve de la guerra (o de la vida) con la honra restaurada. Y se consagra en símbolo.

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