ASIMILACIÓN CONSONÁNTICA: DE CARTAGENA PARA EL MUNDO

    Ser cartagenero es algo inocultable. Con oír apenas una palabra, ya cualquiera está en capacidad de identificar a un nativo de esa latitud. Y la razón es la música que nace inevitablemente en su fonética. Uno de los rasgos más evidentes del español hablado por la gente de allí es la asimilación consonántica regresiva, que se manifiesta cuando en una palabra hay dos consonantes juntas y la que va de última "se come" literalmente a la anterior. Es el caso de voces como "fortuna" o "albino", que en estricto cartagenero debe decirse "fottuna" y "abbino". Pues, resulta que una vez hablaba con un amigo de allá al cual yo le señalaba ese fenómeno de su pronunciación, y él me replicó: "no, vale mía, esos son aggunos". Luego de una larga explicación, mi amigo terminó por admitir que sí, que así es el habla de Cartagena. Pero él practicó, y practicó y practicó, hasta que pudo desarrollar frente a mí una conversación completa con otra persona sin incurrir en la asimilación consonántica de la que hablamos. Al final, su interlocutor le preguntó: "¿Y cuál es su nombre?". A lo que mi amigo respondió con orgullo y total seguridad: "Abbetto".

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