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Santa Isabel 2.0

     En el Colegio San José todos hablan de la Niña Candela, de su cuerpo perfecto, del rostro siempre oculto bajo el cabello de lluvia, y de la saña con que simula el coito y se relame en el orgasmo. Los varones la sueñan con urgencia. Las hembras crujen de envidia. Lo que nadie sabe es que esa youtuber, responsable de la erección que azota a la ciudad, se enmascara en la figura de Santa Isabel, una descolorida estudiante de Administración de Empresas, que todos los días inserta mensajes cristianos en el grupo Whatsapp de su curso, al tiempo en que alimenta el disfrute clandestino de una lujuria impenitente. Su doble vida transcurre sin sobresaltos hasta que conoce a Alexis. En él todo es angustiosamente bello: su rostro de sultán melancólico, la virilidad de su silencio. Pero lo que la mata es su indiferencia con las mujeres. Lo último que piensa, y quiere pensar, es que sea homosexual: no hay rasgos feminoides en Alexis, ni gestos quebradizos, ni vuelos oblicuos en su

En inglés se oye mejor

     La lucha del español por defenderse de influencias idiomáticas externas es clara y sigue vigente. Sin remontarnos a todo lo que ha pasado en 15 siglos de historia, hoy vemos a nuestra lengua, orgullosa de sí misma, dándose trompadas para que no la sobrepasen otras lenguas como el inglés, que por muchas razones tiene al mundo inundado de palabras. Da gusto saber que en España wifi no se pronuncia “guaifái, sino “güifi”. Y así mismo es harto conocido que en Venezuela voces como “macundales”, “macádam” o “guachimán”, provienen de términos del inglés que fueron forzados a castellanizarse. Un caso llamativo que me ha tocado advertir es el de un barrio ubicado en El Palmar Este (La Guaira), que debe su nombre al de un edificio identificado como Residencias Coral Park. Pues, ocurre que los porfiados habitantes de la zona, en defensa inconsciente de su patrimonio fonológico, bautizaron un barrio cercano a las citadas residencias con el nombre de “Corapal”, y luego a una deri

La lingüística en La Mata

       La Zona Rural de El Hatillo representa una identidad cultural encantadora aunque contradictoria. Yo, que tengo grandes afectos entre los naturales de La Mata, Gavilán, Turgua y Sabaneta, puedo dar fe de una gente que se toma muy en serio el deseo de verse y sentirse cada vez más ilustrados. Sólo que estos enclaves humanos se han visto, por una razón difícil de entender, históricamente agobiados de lejanía y quizá es por eso por lo que resuelven en caliente los problemas del lenguaje sin la intervención de la cátedra ni de los paradigmas gramaticales. Es lo que ocurre con dos buenos amigos que moran en La Mata, quienes tratan de resolver a su manera lo que ellos consideran una incongruencia de la declinación verbal del idioma español. Hablamos de los verbos de la primera conjugación (los que terminan en “ar”), que hacen idénticamente la primera persona del plural así en el presente como en el pretérito. Por ejemplo: “ayer nosotros llegamos”, y “ahora mismo, nosotros llegamos”. P

Asimilación consonántica: de Cuba para el mundo

     Ser cubano es algo inocultable. Con oír apenas una palabra, ya cualquiera está en capacidad de identificar a un nativo de esa latitud. Y la razón es la música que nace inevitablemente en su fonética. Uno de los rasgos más evidentes del español hablado por los cubanos es la asimilación consonántica regresiva, que se manifiesta cuando en una palabra hay dos consonantes juntas y la que va de última “se come” literalmente a la anterior. Es el caso de voces como “fortuna” o “albino”, que en estricto cubano debe decirse “fottuna” y “abbino”. Pues, resulta que una vez hablaba con un amigo habanero al cual yo le señalaba ese fenómeno de su pronunciación, y él me replicó: “no, chico, pero esos son aggunos”. Luego de una larga explicación, mi amigo terminó por admitir que sí, que así es el habla cubana. Pero él practicó, y practicó y practicó, hasta que pudo desarrollar frente a mí una conversación completa con otra persona sin incurrir en la asimilación consonántica de la que

Paloma

     A sus 55 años, Atanasio es un tanque de testosterona. Cabello largo, camisa sin mangas, siempre evidenciando su buena figura, se siente inmenso al frente de la tienda playera, en la que desborda simpatía con las damas que tratan de escoger un bikini, un bronceador, o alguna crema para su intimidad. Luego almuerza con sus amigos y presume de las aventuras que “inevitablemente” tiene, por cuenta de una virilidad desconcertante hasta para él. Pero, apenas cierra el negocio, se desvela su autoestima casi abolida por la mujer con la que se casó hace dos décadas: Lucrecia, la dueña de la tienda, doce años mayor que él, un ser malvado y lúgubre, que no pierde ocasión de decirle descarnadamente por qué lo sojuzga y lo humilla. Le espeta su condición de mantenido. Atanasio la escucha y se pregunta: ¿por qué no me he ido con una mujer que me guste de verdad, y a vivir una vida de verdad? Ve a Lucrecia, tenebrosa. Ve a La Beba, la hija de 20 años de Lucrecia, y que ya es tan tó

No es Babel, es Caucagüita

     Sonando nos entendemos. Algo así postulan los sociolingüistas: somos lo que hablamos, o incluso, somos porque hablamos. Y si ahora hago esta alusión es porque la he visto trepar la cuesta del “Cují” a bordo de un jeep de transporte público, en Caucagüita. El caso es que en ese lugar, de cuyo nombre siempre me acordaré (viví algunos años allí), ocurre una interesante convivencia de proyectos fónicos de nuestro idioma, y con esto, o por esto, fluye (hasta donde la violencia hamponil lo permite) una sosegada cohabitación de claves culturales. Seguramente como producto de un zarpazo fallido hacia Caracas, se estableció una cuota de la negritud barloventeña en lo que después sería la comunidad que, de tan triste, hizo llegar a Luis Herrera a la Presidencia de la República. De modo que allí habrían de suprimirse las eses ante consonante, y se enquistaría la costumbre de cambiar erres por eles, para que, por ejemplo, la señora Elpidia se considerara “una mujer muy atuta, que no le guta p

A modo de crónica

     En 1937, Rómulo Gallegos publica su novela “Pobre Negro”, que pronto cobra gran notoriedad, y once años más tarde, se exilia en Cuba, justo cuando la cadena radial RHC vuelve trizas a CMQ, su competidora más importante, con la radionovela “Doña Bárbara”, que, en la pluma de Caridad Bravo Adams, es versión de la otra gran novela de Gallegos. En una jugada intrépida, CMQ ofrece una cantidad astronómica de dinero a la actriz María Valero y la sustrae del elenco de “Doña Bárbara”, para que protagonice “El Derecho de Nacer”, de Félix B. Caignet, quien a su vez, reproduce en su historia el argumento de “Pobre Negro”. El resultado es conocido: CMQ acabó con la supremacía de RHC y se entronizó como la cadena más exitosa de la radiodifusión cubana, por medio del texto de Caignet, que, incluso superando la muerte trágica de María Valero a mitad de producción, se convirtió en el nombre emblemático por antonomasia del melodrama latinoamericano.